La creación de la Central Sindical Internacional (CSI)


Los días 1, 2 y 3 de noviembre se celebró en Viena el congreso fundador de la Central Sindical Internacional (CSI). La creación de esta Internacional Sindical es producto de la fusión de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) y de la Confederación Mundial del Trabajo (CMT). Igualmente se van a incorporar centrales sindicales que hasta ahora no contaban con ninguna afiliación internacional. La CSI representa a 154 países y 168 millones de trabajadores. CCOO, al igual que UGT de España, son cofundadores de este nuevo sindicato de carácter mundial.
Constituir un sindicato internacional no ha sido fácil y ha partido de tres condiciones previas: voluntad política, principios y valores compartidos y solidaridad. La creación de la CSI, supone trabajar por un proyecto muy necesario, en términos de cooperación y unidad sindical a escala internacional, garantizando la representación eficiente de todos los trabajadores en la economía globalizada. Una globalización que significa una nueva configuración de la realidad y donde el sindicalismo por tanto tiene que girar hacia esa realidad. "El actual modelo de globalización no es inevitable" y con la constitución de la CSI se han sentado las bases para modificar esa globalización y "no seria realista ser menos ambicioso", como en dicho Congreso se puso de manifiesto.
El escenario internacional en el que se celebra el Congreso Fundador de la CSI no es de lo más alentador. Cerca de 1400 millones de personas son trabajadores pobres que viven en familias que sobreviven con menos de dos dólares al día por persona. El ingreso promedio de los veinte países más ricos es treinta y siete veces mayor que el de los veinte países más pobres, y esta brecha se ha duplicado en los últimos cuarenta años.
El nivel de desempleo, en términos de personas que no tiene ningún tipo de trabajo, es más alto que nunca y sigue en aumento. En los últimos diez años la tasa de desempleo declarado ha crecido más de un 25 por ciento y en la actualidad se cifra en unos 192 millones en todo el mundo (1). La OIT calcula que de todos esos desempleados 86 millones son jóvenes de 15 a 24 años.
Según datos de la ONU, el 80 por ciento del Producto Interior Bruto Mundial pertenece a los mil millones de personas que viven en el mundo desarrollado. Si pudiéramos reducir tan solo a la mitad la tasa de desempleo juvenil, estaríamos añadiendo al menos 2,2 billones de dólares a la economía mundial.
Cada vez más personas trabajan en la economía informal, sin derecho a las condiciones laborales mínimas, sin prestaciones sociales, sin Seguridad Social, ni educación, ni derecho a la salud. La economía informal es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos y la respuesta ha de encontrarse en cambiar el objeto de las políticas. El objetivo no es la carrera hacia abajo en protección social; el objetivo debe ser la carrera hacia arriba, mejorar los mínimos sociales básicos y por tanto, la calidad de vida.
Es un mundo al que nos enfrentamos fuertemente caracterizado por la desigualdad, donde la pobreza coexiste con la abundancia. Y en el que las desigualdades respecto de la distribución de los ingresos y acceso a los recursos productivos, los servicios sociales básicos, las oportunidades, los mercados, según ha expresado la propia Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, puede agravar las situaciones de pobreza. Y si no hay seguridad para los millones de personas que están en la pobreza no existe seguridad para nadie en el mundo. Pobreza que afecta sobre todo a las mujeres que sufren las consecuencias de la reducción del gasto social. Hay que conseguir que las instituciones sean responsables y oigan las voces de las mujeres. En el marco del Congreso de la CSI se propuso respaldar un organismo independiente en la ONU que defienda los temas vinculados a las mujeres.
Una gobernanza efectiva y democrática de la economía global requiere una reforma fundamental de las organizaciones internacionales implicadas (2) (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial de Comercio) que no puede ser meramente administrativa, ha de implicar el control democrático de las decisiones que se adoptan. Es preciso modificar las estructuras de toma de decisión, en las que actualmente se participa en base a la riqueza de los países pero se toman decisiones sobre políticas globales.
El Congreso, en su programa, asume "la tarea de combatir la pobreza, la explotación, la opresión y las desigualdades, garantizando las condiciones para el disfrute de los derechos humanos universales y promover una representación eficaz de los trabajadores y trabajadoras del mundo entero". Pero también se pone de manifiesto que en estos momentos el trabajo es el eslabón ausente en las iniciativas de lucha contra la pobreza. El crecimiento no esta generando suficiente empleo y este crecimiento no basta por si solo para remediar el déficit de trabajo decente y reducir la pobreza (3).
Si las personas no encuentran empleo en sus países acudirán a otros en busca del mismo y en el entorno actual las migraciones laborales se convierten con facilidad en fuente de tensión. Van en aumento las demandas de un mayor control de las migraciones, con connotaciones xenófobas (4). La CSI debe aportar su valor a las políticas de migración en todo el mundo, el sindicalismo debe liderar la defensa de los derechos humanos.
El Congreso de la Confederación Sindical Internacional tiene pues ante si importantes y prioritarios retos, que parten en primer lugar, de la adopción de iniciativas sindicales, de propuestas de trabajo coordinado a escala internacional, de la necesaria movilización social, para promover cambios sobre el modelo de globalización, con relación al gobierno de la misma, y con el objetivo primero de frenar, el proceso hasta ahora imparable de desigualdades sociales al que venimos asistiendo, para con la misma fuerza conseguir avanzar en materia de derechos para los trabajadores, los desempleados, los sectores más vulnerables y en riesgo inminente de exclusión, para hacer frente a la situación intolerable de pobreza masiva.
Para este logro, el Congreso manifiesta con rotundidad que "resulta esencial que las políticas neoliberales de libre mercado, y la incoherencia y los fracasos manifiestos de la comunidad internacional respecto al actual proceso de globalización, den paso a una gobernanza adecuada de la economía global que modifique los tres pilares del desarrollo sostenible: el económico, el social y el medioambiental". Ello significa priorizar el trabajo sindical en varias líneas de acción, como ya se ha dicho cambiando la globalización, defendiendo los derechos sindicales, luchando contra la discriminación con el objetivo de alcanzar la igualdad, poner fin al trabajo infantil, lograr un futuro decente para los trabajadores y las trabajadoras jóvenes, conseguir lugares de trabajo saludables y seguros, etc.
Asimismo, se ha destacado de manera significativa la necesidad, hoy más que nunca, que los trabajadores se organicen en sindicatos. "Sindicalizar es la piedra angular de la fuerza y la influencia de los sindicatos, y proporciona la base sobre la cual el movimiento sindical mundial podrá representar una autentica fuerza de contrapeso en la economía global." "En la era de la mundialización el sindicalismo tendrá que representar aspectos sociales más amplios, de lucha más allá del puesto de trabajo." Es preciso establecer sindicatos libres en todos los países. Los sindicatos libres democráticos son el mayor apoyo a las democracias.
Como conclusión, la CSI debe ser el instrumento de un nuevo internacionalismo sindical, en beneficio de todos los trabajadores y trabajadoras, y hace un llamamiento a que todas las centrales afiliadas se unan en una acción común y que dediquen su solidaridad y su influencia al trabajo en aras de un futuro mejor en un mundo más justo.
(1) Somavia, Juan. Discurso en Davos. 25 de enero de 2006.(2) Programa de la CSI(3) Id.(4) Id.
(*) Miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de Comisiones Obreras (España).

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